Las calles de Escondido fueron el escenario de una multitudinaria manifestación en la que cientos de personas alzaron la voz exigiendo justicia y seguridad. Con pancartas en alto y consignas llenas de determinación, los manifestantes marcharon para visibilizar su descontento ante las políticas y acciones que, según ellos, han afectado a sus comunidades.
Los carteles reflejaban el sentir de la comunidad. Frases como “No somos criminales” y “Queremos vivir sin miedo” se repetían una y otra vez, elevándose entre la multitud como un eco de frustración y esperanza. Para muchos de los presentes, la protesta no solo era una demostración de indignación, sino una súplica por cambios urgentes en las políticas de seguridad y justicia social.